Crónica de una guerra anunciada

Alberto Jabiles Schwartz

23 may 2021 – 12:00 AM

Un problema de morosidad, no de nacionalismo, como fue presentado de forma manipulada, implicó el desalojo de familias árabes que no pagaron su alquiler a los propietarios judíos de unos inmuebles ubicados en Sheik Jarrah, Jerusalén, pretexto usado por la Autoridad Palestina y el grupo terrorista fundamentalista islámico Hamás para desencadenar una ola de violencia en la siempre volátil Ciudad Santa, urbe que ya vivía una situación sensible por la coincidencia de la festividad islámica Aíd al Fitr con la israelí Día de Jerusalén.

Israel, única democracia del Medio Oriente y chivo expiatorio para justificar los males que adolece la sociedad palestina, evacuó entre 1994 a 1997 las mayores ciudades de la margen occidental que componen el 90% de la población palestina, situación repetida completamente en la Franja de Gaza en el 2005, en donde no quedó ni un solo soldado o civil israelí en el enclave habitado por dos millones de palestinos quienes, desde el 2007, son gobernados por Hamás tras desalojar por la fuerza a su rival Al-Fatah, partido del octogenario presidente palestino Mahmuod Abbas, circunstancia en la que asesinó a más de 200 funcionarios palestinos para proceder, sistemáticamente, al lanzamiento hasta hoy de más de 20 mil misiles dirigidos a blancos civiles israelíes, pertrechos provenientes principalmente de Irán, el actor incendiario regional que trabaja incansablemente en su objetivo de desaparecer a Israel del mapa.

Tengamos claro que el ya citado presidente Abbas anuló las que iban a ser las primeras elecciones legislativas y presidenciales palestinas en quince años, decisión derivada de su inminente derrota ante su impopularidad y la del entorno corrupto que lo rodea. Hamás, grupo perjudicado por la arbitrariedad consumada, necesitado de conflictos para legitimarse, incendió la región atacando con misiles a Israel, hasta que la tregua establecida con intermediación egipcia, tras once días de lucha, impuso un cese al fuego, mismo que perdurará hasta la siguiente ola de ataques que desencadenará de nuevo Hamás cuando lo considere oportuno y necesario por las circunstancias ya descritas.

Israel, a pesar de la hostilidad de Hamás, proporciona electricidad, agua y gas a la población palestina, servicios impagos, reiterando que no es con el pueblo palestino con quien se tiene el conflicto, sino con la dirigencia fundamentalista de Hamás y demás grupos terroristas, como la Yihad Islámica, negados a aceptar la existencia de Israel, país que facilita el suministro diario de toneladas en víveres e insumos, a la par que aprueba la transferencia de dinero proveniente de Qatar, en teoría, destinado a satisfacer las necesidades de la población local. Tampoco olvidemos que Israel atiende a miles de pacientes palestinos en sus hospitales derivado de las pésimas condiciones hospitalarias existentes en Gaza, siendo importante señalar, que, entre los pacientes, figuran familiares de los líderes de los grupos radicales islámicos.

Hamás destina centenas de millones de dólares a la fabricación de armas y a la construcción de túneles ofensivos que buscan adentrarse en Israel para secuestrar ciudadanos israelíes y, de no poder hacerlo, asesinarlos con el objetivo de sembrar la sensación de vulnerabilidad ante el terrorismo que promueven. No olvidemos que dicho dinero mal invertido es en detrimento de las inversiones no hechas en salud, vivienda, educación y demás necesidades básicas de la población palestina.

Las manipulaciones de Hamás y demás grupos islámicos quedan en evidencia al disparar misiles en contra de civiles israelíes, para luego esconder a sus terroristas, líderes y arsenales entre la población civil, usándolos como escudos humanos, mientras que publican fotos y videos, fraguados con niños y mujeres fallecidos y heridos, incluso, relativos a conflictos en distintas latitudes del planeta. El mundo se deja llevar y condena a Israel que trata, por todos los medios, de evitar bajas civiles entre los escudos humanos usados. Y por último, tengamos presente que las agencias de noticias que despachan desde Gaza tienen la orden de transcribir las noticias dictadas por los radicales islámicos, de lo contrario, pueden ser o expulsadas de Gaza o sencillamente ver asesinados a sus corresponsales.

Tengamos muy presente que finalizada la insensata guerra propiciada por Hamás en contra de Israel, seguiremos conviviendo los unos al lado de los otros; por eso, no importemos a tierras lejanas conflictos propios de otras realidades.

El autor es licenciado en educación e historia, de la Universidad Hebrea de Jerusalén

Fuente: https://www.prensa.com/impresa/opinion/cronica-de-una-guerra-anunciada/