Culto y cultura en Janucá

David M. Mizrachi Fidanque 16 dic 2020 – 12:00 AM

La fiesta judía de Janucá generalmente cae durante el mes de diciembre del calendario gregoriano. La celebración dura ocho noches. Este año comenzó la noche del 11 de diciembre y culminará la noche del 18 de diciembre. Debido a su proximidad con la Navidad, hay quienes se imaginan que Janucá es una especie de Navidad para los judíos. Esa conclusión no se ajusta a la realidad.

Janucá conmemora la victoria de la nación judía frente al Imperio Seléucida o “Greco-Sirio.” Al fallecer Alejandro Magno en el año 323 A.E.C., la dinastía seléucida heredó la parte oriental del Imperio Macedonio, incluyendo Judea. Inicialmente, los gobernantes seléucidas respetaron la autonomía religiosa de los judíos en Judea. Durante la mayor parte de su gobierno, los judíos continuaron practicando libremente su religión centralizada en el Segundo Templo judío en Jerusalén.

Hacia el año 167 A.E.C., estaba en el trono seléucida el Emperador Antíoco IV “Epífanes” (del griego -deidad manifiesta). A diferencia de sus predecesores, Antíoco Epífanes impuso a los judíos medidas restrictivas a la práctica de su religión. En esa época, la población de Judea estaba dividida en dos facciones: tradicionalistas y helenistas. Los helenistas adoptaron el modo de vida y costumbres helénicas de sus gobernantes extranjeros. Dicha cultura primaba lo estético, lo físico y lo artístico, sobre la espiritualidad y los valores tradicionales del pueblo judío.

Eventualmente, el conflicto entre tradicionalistas y helenistas se tornó en una guerra civil. Al frente de los tradicionalistas estaba el Sacerdote Matatías el Asmoneo y sus hijos, más notablemente Yehuda (Judas). Mientras avanzaba la guerra civil, los seléucidas aumentaron las restricciones a las prácticas judías e introdujeron prácticas paganas en el Templo, incluyendo el culto al Emperador. Dicho así, el conflicto tenía dos vertientes: una cultica, relacionada al culto judío, y una cultural, relacionada a la aculturación de los judíos helenistas.

Al mando de Judas, conocido como el Macabeo (literal “Martillo”) y sus hermanos (los “Macabeos”), y, mientras se desarrollaba el conflicto cultural interno, se inicia una rebelión contra los greco-sirios para reivindicar el culto judío. Los rebeldes eran un grupo de guerrilleros mal organizados y mal apertrechados. Por su parte, el Imperio Seléucida era el más poderoso de la época y estaba bien armado y organizado. Las posibilidades reales de victoria para los judíos eran mínimas. No obstante, luego de tres años de rebelión, los Macabeos vencen a los invasores sirios, y estos últimos son expulsados del Templo. Los judíos retoman el culto y el Templo es re-consagrado. La palabra “Janucá” significa precisamente inauguración y alude a la re-inauguración del culto en el Templo, purificado de las influencias extranjeras.

El símbolo más duradero del Templo judío es el candelabro de seis brazos o “Menorá”. La Menorá era el principal de los implementos del tabernáculo (antecesor del Templo) según el Libro del Éxodo. Al entrar al Templo luego de la revolución contra los seléucidas, los líderes del pueblo judío se percataron de que el aceite para encender la Menorá, solo alcanzaría para un día. No obstante, gracias a otro milagro divino, el aceite duró ocho días. Por eso la festividad dura ocho días. Hasta el día de hoy se conmemora ese milagro encendiendo un candelabro especial de ocho brazos, uno por cada uno de los ocho días. Ese candelabro es conocido como “Janukía y evoca a la Menorá. Comparado con la victoria de los Macabeos, el milagro del aceite parece inconsecuente, pero no lo es.

La Menorá representa la luz divina y la Santidad del Todopoderoso. El encendido de la Janukía por ocho noches no solo conmemora el milagro del aceite. Es la forma de anunciar al mundo todos los milagros que ocurrieron gracias a la intervención divina durante esos días en esta temporada. El mensaje universalista de Janucá está en celebrar la libertad de culto y el derecho a la autodeterminación de las naciones. Celebremos juntos esos milagros en paz y armonía.

El autor es abogado y profesor universitario

Fuente: https://www.prensa.com/impresa/opinion/culto-y-cultura-en-januca/