Las lecciones de la banalización del Holocausto

PALESTINA
Alberto Jabiles | 07 feb 2019


El Holocausto, en idioma hebreo Shoá, es el nombre que recibe el asesinato de seis millones de judíos perpetrado por el Estado nazi alemán y sus colaboradores entre 1933 a 1945. Existe abundante literatura y filmografía sobre el mismo, por lo que no será este el espacio en donde explicaremos los conceptos que ya todos saben sobre el genocidio más documentado de la historia de la humanidad.

Sin embargo, si será la oportunidad para responder algunos conceptos vertidos en el artículo titulado “Las lecciones del Holocausto”, publicado en La Prensa, el día martes 29 de enero, con la firma del Sr. Andrés Guillén, en donde empieza realizando una narrativa sobre lo que fue el Holocausto para terminar con la desafortunada idea de querer equipararlo con las situaciones puntuales que se viven a raíz del conflicto entre palestinos e israelíes.

La conciencia del judío como pueblo, como bien dice el autor, nace en el Monte Sinaí, momento en que según la narración bíblica , Moisés recibe los 10 Mandamientos de Dios y el pueblo, en su conjunto, las acepta. El Holocausto bajo ningún motivo es el segundo eslabón de esta conciencia nacional. Es un evento doloroso, la tragedia más grande que vivimos como pueblo desde la destrucción del Segundo Templo y el exilio forzoso de Judea impuesto por Roma, potencia que tras una nueva revuelta judía en el año 135 impone un nuevo nombre a la tierra y la denomina “Palestina”, pretendiendo así borrar por decreto toda relación entre los judíos y su patria. Año tras año estuvo presente la plegaria “el año que viene en Jerusalén” manteniéndose con ello la conciencia de pueblo entre los judíos exiliados por la fuerza de su hogar. Por lo tanto, queda descartada esa noción que el Holocausto sirve para consolidar nuestra noción nacional.

En dicha tierra, Judea o (geográficamente) Palestina, gobernada sucesivamente por sirios, egipcios, cruzados, mamelucos, otomanos y británicos, confluyeron dos nacionalismos entrado el siglo XX: el judío y el árabe. Los dominantes británicos, incapaces de darle solución a las peleas entre árabes y judíos, remiten el caso a las Naciones Unidas que aprueban la resolución 181 que divide el territorio en seis porciones: tres para los árabes y tres para los judíos quedando Jerusalén bajo control internacional.

Los judíos aceptan la propuesta y los países árabes vecinos deciden rechazarla declarando la guerra en 1948 al pequeño y recientemente creado Israel que logra repeler la invasión, quedándose en 1949 Jordania y Egipto con grandes porciones de lo que iba a ser el estado árabe. Es allí cuando 700 mil árabes, instigados por sus gobernantes, abandonan sus aldeas y se convierten en refugiados, a la par que 800 mil judíos son expulsados de los países musulmanes circundantes y deben ser absorbidos por Israel. Hoy en día el estatus de “refugiados” cuatro, convertidos a partir de 1964 en “palestinos” tras la creación por la Liga Árabe de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), ha sido heredado por más de 5 millones de sus descendientes que nunca nacieron como “refugiados”, si no, como habitantes de países en donde mayoritariamente se les ha negado la ciudadanía en una política perenne de segregación por sus propios hermanos y de chantaje en contra de Israel. Obvia decirse que los refugiados judíos perdieron su condición de tales ni bien llegaron a Israel, país que les otorgó ciudadanía, salud, educación y muy por encima de todo, la dignidad y libertad inexistentes en sus antiguos lugares de residencia.

En 1967 el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser cercó a Israel con el fin de destruirlo y el Estado Judío procedió a defenderse, ocupando militarmente Cisjordania y Gaza, vale decir, los territorios antes en poder de Jordania y Egipto, países que recordamos se negaron a crear el estado árabe estipulado en la resolución 181. Israel, vencedora en la guerra, de inmediato ofreció paz por territorios y la respuesta árabe fue: “no a la paz con Israel”, “no a negociaciones con Israel”, “no al reconocimiento de Israel”, lo cual vino acompañado por una ola de ataques terroristas de la OLP en contra de objetivos israelíes y judíos alrededor del mundo.

En 1948 se quedaron viviendo dentro de las fronteras de Israel (sin incluir Gaza y Cisjordania) 150 mil árabes, que, pasados 70 años, suman hoy 1,500,000 habitantes. Son ciudadanos israelíes plenos, van a escuelas, universidades, centros de salud, tienen jubilación, pueden elegir y ser electos al parlamento nacional, cabiendo destacar que el partido árabe es el tercero en tamaño dentro del legislativo israelí. ¿De qué paralelismo habla con respecto al Holocausto? De los 700 mil que huyeron a los países vecinos, principalmente instigados por sus mismos líderes, hoy en día descienden cinco millones. Y de nuevo se pregunta, habida vez que septuplicaron su número en 70 años: ¿de qué paralelismo habla con respecto al Holocausto? ¿Tiene alguna prueba seria sobre un plan de aniquilación sistemática en contra de los palestinos?

Olvida que Israel firmó en 1993 los acuerdos de Oslo y permitió que la Autoridad Palestina gobierne sobre el 90% de Cisjordania. Olvida que Israel evacuó completamente Gaza en el año 2005 buscando que los palestinos se autogobiernen, medida unilateral que desembocó en tragedia al ser Israel, desde ese entonces, atacado por miles de misiles palestinos lanzados hacia civiles israelíes cuyo gobierno, tal y como contempla el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, tiene el derecho de defenderse de los ataques.

¿Desea hablar de los niños palestinos y sus sueños postergados por el irresponsable liderazgo de sus dirigentes que, a base de robo y corrupción, amasaron enormes fortunas y hacen gala de ella en sus mansiones de Abu Dabi, Beirut e incluso en la Costa Azul, la Costa Brava o Montecarlo? ¿Niños que no tienen escuelas, hospitales y parques públicos porque Hamás desvía decenas de millones de dólares construyendo túneles que se adentran en Israel para secuestrar civiles israelíes? ¿Niños con un pénsum educativo orientado a odiar y aniquilar a los judíos? ¿Niños que acuden a los hospitales israelíes porque los palestinos carecen de los insumos básicos debido a la corrupción e incapacidad administrativa de la Autoridad Palestina? Si desea hablar sobre niños palestinos hablemos, pero con la verdad, despojándose de las manipulaciones que transmiten la iraní HispanTV, la catarí Al-Jazeera o la chavista Telesur.

Añado y pregunto: ¿existen campos como Auschwitz o Treblinka en Gaza? ¿Hay cámaras de gas que asesinan al pueblo palestino? ¿Se habla de una solución final palestina? Obvio que no. Somos claros y directos. Existe un vínculo entre los palestinos y el Holocausto, mismo que es la participación directa de Haj Amin el Husseini, Mufti de Jerusalén, en las atrocidades perpetradas por batallones palestinos subordinados a las Waffen SS en los Balcanes, circunstancias en las que participaron en el asesinato de serbios, judíos y gitanos. En los archivos reposa, entre otras variadas evidencias, la foto de la reunión sostenida entre Hitler y Husseini en Berlín, testimonio fiel de la macabra alianza que le valió al citado Mufti ser declarado criminal de guerra, pese a lo cual nunca pudo ser procesado por la justicia internacional.

Recordemos a las víctimas del Holocausto con honor, dolor y respeto. No los asesinemos por segunda vez relacionando su sagrada memoria con eventos contemporáneos que nada tienen que ver con los padecimientos sufridos por el pueblo judío a lo largo de la historia y que hicieron metástasis entre 1933 a 1945 a manos de un gobierno criminal que buscó borrarlo de la faz de la tierra, política que, ni remotamente, lleva a cabo hoy en día el Estado de Israel.

El autor es director ejecutivo de la Comisión Antidifamatoria de B´nai B´rith Panamá