Veintisiete años: in memorian del vuelo 901

Ramy Attie 19 jul 2021 – 12:00 AM

Llega la fecha y con ella los recuerdos surgidos aquel martes 19 de julio del año 1994, día en el que un atentado terrorista derribó, a las 5:20 p.m., sobre los cielos de Santa Isabel, el vuelo 901 de la empresa Alas Chiricanas. El avión, que salió del aeropuerto Enrique A. Jiménez, en Colón, y que debió aterrizar en el entonces aeropuerto Marcos A. Gelabert de Punta Paitilla, nunca llegó. Una mano asesina, según reportes de inteligencia, relacionada con Hezbollah, introdujo una bomba que hizo explotar la turbohélice Bandeirante, modelo EMB 10, arrancando así de nuestro lado a veinte personas, padres, hijos, sobrinos, abuelos, hermanos, tíos, primos, vecinos, amigos. Perdimos a alguien a quien conocíamos y aún amamos, seres maravillosos con los que crecimos y soñamos momentos de eternidad, todos queridos y amados, irreemplazables, a quienes añoramos y lloramos hasta la fecha de hoy.

Lo que era un día cualquiera y hasta me atrevo a decir, rutinario, se transformó en una pesadilla que persiste por la confluencia de sentimientos variados, entre ellos, el dolor, la impotencia de no poder regresar en el tiempo y tener una nueva conversación con aquellos que partieron prematuramente. A ello sumo la desolación, al contemplar lo ocurrido y vivir desde aquel momento con la incapacidad de recibir respuestas a preguntas que hasta el día de hoy nos hacemos. ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Quién? Interrogantes no respondidas, a pesar del tiempo transcurrido.

Desde el principio se manejó la tesis del atentado, mas no el móvil exacto. Con el transcurrir del tiempo, se elevaron diversas hipótesis sobre el motivo que llevó a los autores intelectuales y materiales a planificar el peor atentado en la historia de Panamá. Se trató, llana y sencillamente, de un acto terrorista, por lo cual, y al haber sido asesinados ciudadanos de Panamá, Colombia, Estados Unidos e Israel, la investigación involucró a diversas agencias internacionales, incluso, a las argentinas, ya que desde un principio se trabajó en la pista que relacionaba el atentado en Panamá con el perpetrado un día antes en contra de la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en Buenos Aires.

Sin embargo, hasta hoy, no hay detenidos, menos aun, enjuiciados o condenados. ¿No es acaso tiempode que las autoridades competentes de Panamá inicien las gestiones para identificar, solicitar la extradición, juzgar y condenar a los autores intelectuales y materiales del atentado? ¿Hasta cuando más vamos a tener que esperar los familiares y amigos para recibir justicia? ¿Por qué motivo se demora tanto el hallazgo de la verdad? ¿O será, més bien, que se le teme a la verdad? ¿Quién o quienes se benefician con todo este silencio?

Mientras llegan las respuestas a mis infinitas interrogantes, quedamos nosotros, los familiares y amigos, decididos a no permitir que se borre la memoria de aquellos que tempranamente fueron separados de sus hogares. Cierto que, por espacio de muchos años, al igual que la mayoría del país, nos quedamos en silencio, sin saber exactamente cómo reaccionar ante aquella tragedia.

Esto no impidió que un grupo de familiares y voluntarios hayan decidido dar un paso hacia delante y, provistos de firmeza, profundo respeto a la memoria de las víctimas, ansias de justicia, tolerancia y respeto hacia la vida humana, sacamos el atentado del olvido en que estaba por ser condenado y organizamos la noche del 18 de julio del 2019, en al Parlatino, la conmemoración con motivo de los 25 años del atentado, acto solemne al que asistieron las más altas autoridades, encabezadas por el Presidente de la Nación, Laurentino Cortizo Cohén, y junto a él, representantes de los poderes Legislativo y Judicial, así como embajadores acreditados en el país, representantes de las diversas confesiones religiosas que hacen vida en Panamá, familiares, medios de comunicación y público en general, que colmó las instalaciones del citado organismo regional.

En aquella memorable noche, sin precedente en la historia de nuestra joven nación, nació también una iniciativa que tiene como propósito perpetuar la memoria de los veinte inocentes asesinados, mediante la construcción de un monumento recordatorio que, bajo el nombre de “Conciencia Viva”, será erigido en el mirador pacífico de la Cinta Costera de nuestra capital. Este espacio será un lugar de reflexión para que las nuevas generaciones de panameños y extranjeros tomen conciencia de las repercusiones que el terrorismo, la violencia, la discriminación y la intolerancia tienen para nuestra sociedad y la importancia de defender y promover la libertad, la democracia y los derechos humanos.

Veintisiete años han pasado y aún parece que fue ayer que fuimos informados de la noticia, causándonos secuelas infinitas e indescriptibles, tiempo que nos ha dado la fortaleza necesaria para despertar y levantarnos día tras día, aún por más empinada que veamos la cuesta.

Debemos seguir enarbolando el optimismo, un sentimiento que se lo debemos a ellos, que se nos adelantaron en la despedida, a todos los que hoy nos rodean, a nuestras familias, a los amigos y a los ciudadanos junto a quienes tenemos la responsabilidad de formar conciencia para que, junto a las generaciones futuras, sigamos haciendo de Panamá un país de paz, tolerancia y justicia.

El autor es empresario. Hermano y tío de Emmanuel Attie y Alberto Aboud Attie, dos de los ocupantes del vuelo 901 de Alas Chiricanas.

Fuente: https://www.prensa.com/impresa/opinion/veintisiete-anos-in-memorian-del-vuelo-901/