SIMÓN BOLIVAR Y EL APOYO DE LOS JUDIOS PARA LA INDEPENDENCIA DE VENEZUELA

Simon Bolivar y Mordejay Ricardo en Curaçao

La historia de los judíos en Venezuela comenzó a mediados del siglo XVI, cuando grupos de judíoconversos llegaron en la expedición de Pedro Malaver de Silva. Aparentemente una comunidad judía existió en Tucacas desde el siglo XVII. La comunidad de Tucacas estuvo dirigida por el señor Samuel Hebreo. Tucacas fue el puerto comercial para los holandeses y por eso establecieron casas, un fortín y una sinagoga en la zona. La creencia popular venezolana dice que estos grupos de sefarditas fueron luego a Caracas y Maracaibo a partir de 1693. La primera sinagoga en Venezuela fue fundada en 1710 y fue quemada diez años más tarde por el alcalde de Coro. Debido a la proximidad geográfica de Venezuela a los países que habían organizado comunidades judías, por ejemplo las colonias neerlandesas, también se asume que judíos de Curazao hayan viajado con frecuencia a Venezuela para comerciar mercancías.

Cuando se inicia la guerra de independencia en Venezuela, la simpatía de la comunidad hebrea en la isla de Curaçao, estaba a favor de los patriotas venezolanos. En su mayoría eran comerciantes que se oponían a las políticas monopolicas de la corona española eran judíos expulsados de España y Portugal. En 1812, con la caída de la primera Republica y la capitulación del general Francisco de Miranda el joven Simón Bolívar es obligado a huir a Curaçao.

Bolívar permanece en la isla y se hospeda en Curaçao y es protegido en la casa del judío Abraham de Meza y surge una amistad con el abogado Mordechay Ricardo, de origen sefardita y quien luego facilitó a Bolívar su propia residencia en la cual parece haber existido una excelente biblioteca.

La amistad de Mordechay Ricardo con Bolívar fue mantenida a través del tiempo y mostrada en activa correspondencia. El abogado Ricardo, años más tarde, también dio albergue a las hermanas de Bolívar, María Antonia y Juana Bolívar, cuando ambas huían del terror desatado por José Tomás Boves.

Durante su permanencia los meses en Curaçao, Bolívar logró curar, gracias a Mordechay Ricardo y sus amigos curaçoleños, su angustia, recobrar nuevas fuerzas y ponerse de nuevo a trabajar por la independencia de Sudamérica.

En la rica biblioteca de Mordechai Ricardo, Bolívar pasaba días enteros consultando libros y documentos hasta escribir el Manifiesto de Cartagena.

David Castillo Montefiore, también judío de Curaçao, fue uno de los importantes financistas de la Guerra de Independencia y Joshua Naar le hacía llegar dinero a Bolívar, por intermedio del Almirante Brión.

Ya en 1818, Joseph Curiel, quien años más tarde sería uno de los fundadores de la comunidad judía de Coro, se presentó ante Bolívar en Angostura, para ofrecerle el apoyo de los judíos del Caribe, hecho que no se limitó al aspecto económico ya que en la guerra de Independencia intervinieron, como militares activos como Benjamín Henríquez quien se ocupó de reclutar hombres para el ejército patriota y en 1818 fue ascendido a teniente coronel. Samuel Henríquez otro judío que alcanzó el grado de capitán y Juan Bartolomé De Sola, general de brigada.

Del mismo modo, Isidoro Borowsky, participó en la campaña libertadora, incluso llegando a convertirse en uno de los comandantes designados por Bolívar para la liberación de la Nueva Granada y también en la batalla de Carabobo. Otros judíos que participaron en ésta son los hermanos David y Yehoushua Hoeb, y también Abraham Meyer. Otro judío que figura dentro de la vida del libertador es Juan Bernardo Elbers, proveedor oficial del ejército patriota y a quien se le otorgó la concesión para la navegación en el río Magdalena, que formó una importante tradición de judíos en el comercio colombiano.

Durante toda la guerra de independencia, los comerciantes de Curaçao, incluyendo a los judíos, jugaron un papel importante en el suministro de armas y pertrechos a los ejércitos patriotas

En 1819 el gobierno de la Nueva Granada emitió un decreto por el cual se acordaba a los “miembros del pueblo hebreo” el derecho de establecerse en su territorio con garantías de libertad religiosa, lográndose que el 22 de agosto de 1821 fuese abolido el Tribunal de la Inquisición, permitiendo que numerosas familias judías de Curaçao, donde se vivía una fuerte depresión económica, se trasladaron a Colombia y Venezuela estableciendo estructura a la nueva comunidad.

Luego de una larga y cruenta guerra, la independencia de Venezuela quedó sellada en el campo de Carabobo el 24 de junio de 1821. Ese mismo año, en el mes de agosto específicamente, el nuevo gobierno bolivariano decretó la abolición de la inquisición. La libertad religiosa fue garantizada posteriormente en 1830, al modificarse el artículo 22 de la Constitución vigente en ese entonces.

Ya para 1829, se había firmado un tratado entre Holanda y la Gran Colombia (incluida Venezuela), según el cual se garantizaba a los súbditos holandeses en el territorio de la Gran Colombia, la libertad de practicar la religión sin ser molestado. Esto permitió que muchos judíos curaçoleños buscaran nuevos horizontes en otros lugares.

Los judíos sefardíes fueron llegando a Caracas como a otras ciudades de las costas venezolanas como Puerto cabello y Barcelona, pero fue en Coro, donde tuvo lugar el asentamiento judío más grande e importante.

No cabe duda de que los aportes materiales y espirituales de los judíos de la época contribuyeron de manera significativa a la causa de la independencia de Venezuela y, por extensión, de la América Latina. Todo gracias a que el Libertador supo reconocer en el pueblo hebreo a un pueblo que se identificaba plenamente con su sueño emancipador.

Recién en el año 1988, el Gobierno de Venezuela agradeció públicamente el apoyo de Curaçao y a la comunidad judía, por su participación a la gesta independentista, con la emisión de tres estampillas relacionadas con el gran amigo del Libertador, Mordechai Ricardo.

Posteo Raúl Voskoboinik